Algunos actores adolescentes no llegan a más cuando superan su adolescencia. Otros logran alargar su carrera como intérpretes secundarios. Unos pocos, muy pocos, conservan su estatus de estrella. Y solo una fue leyenda: Elizabeth Taylor, cuya sola mención empuja a los cinéfilos a rememorar el Hollywood clásico, la belleza inmortal, fiestas sin fin, inmensas resacas, múltiples joyas, diamantes gigantes, y, sobre todo, décadas y décadas de clase y talento.
Taylor fue una gran actriz, que recibió dos Oscar, por Una mujer marcada y ¿Quién teme a Virginia Wolf?
Tras setenta años de carrera y más de 50 películas algunos recordarán a Liszt por su físico y su inminente belleza. Para ellos, Elisabeth murió el pasado 23 de marzo en un hospital de Los Ángeles.
Pero para los amantes del cine, para aquellos que conseguían ver más allá de sus ojos violestas y sus numerosos matrimonios, la gran actriz seguirá con vida en todas y cada una de sus película: desde Mujercitas a Cleopatra, desde La gata sobre el tejado de zinc hasta Gigante, pasando por El árbol de la vida y El último verano, sin olvidar La mujer indomable o Un lugar en el sol.
La incomparable Elizabeth Taylor, nace un 27 de febrero de 1932 en Londres. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, Elizabeth, hija de inmigrantes estadounidenses en el Reino Unido, se va a América, en donde no tardaría en convertirse en una pieza de la gran maquinaria hollywoodense. Una de sus primeras grandes actuaciones fue en "National Velvet" (1944). Luego vendrían "El coraje de Lassie" (1946), "Mujercitas" (1949) y "El padre de la novia" (1950). Estas son algunas de sus películas siendo una adolescente que poco a poco pisaba con fuerza en un salvaje y competitivo territorio. Pocos pudieron notar, que por aquel entonces, estaba naciendo una reina.

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